LOS CARRILES ROMANOS
Publicamos aquí un artículo, que ya lo fue hace unos años en en el Blog El Río Tinto y Berrocal en el que se Manuel Márquez Calero nos expone detenidamente la existencia y extensión de las antiguas vías romanas -previamente ya transitadas en parte por los Tartésios -agradecemos nuevamente a Manuel la cesión de este interesante artículo-.
Ilustra el artículo una imagen de una de las antiguas vías romanas que pasaban -y aún están en uso- por el pueblo transportando los metales extraídos de las minas para su exportación.
EN BERROCAL. LOS CARRILES ROMANOS QUE CRUZAN SU TERMINO
Varios son los carriles que desde la época Imperial Romana, o quizás antes, atraviesan el actual término municipal de la villa de Berrocal. El más importante de ellos es sin duda el que partiendo de las minas de Riotinto se dirige hacia el Sur bajando por el Barranco de Bajohornillo atravesando luego el río Tinto, y subiendo después sinuosamente por la cuesta del Carrilejo hasta el actual emplazamiento de Berrocal. Este lugar, según varias hipotiposis era un abrevadero donde se efectuaba el cambio de animales de tiro y donde reposaban también los esclavos que iban y venían al penoso trabajo en el interior de las minas, esta tesis es apoyada por el profesor D. José Romero Delgado. Por tanto deManuel Márquez Calero
Cbió haber algún habitáculo a manera de posada como infraestructura del transporte de los metales. En el itinerario existían unas pequeñas guarniciones militares que vigilaban el trafico desde una fortaleza, en el caso de Berrocal tenemos en primer lugar el situada en el Cerro de los Castillejos, a espaldas de la actual Cooperativa del Corcho, que era una de las denominadas castella para salvaguardar personas y mercancías. Luego el camino continuaba hacia Sur desde la actual Cruz del Calvario. Hay que decir que estos carriles en algunos tramos rocosos están tallados en la roca y se puede observar incluso las señales de las rodadas de los carros.
La zona del actual Molino Perdido, y mucho antes molino del Segurón, era una encrucijada de caminos: el que bajaba de Berrocal y otro que llegaba hasta las inmediaciones por la margen derecha del río Tinto, por la franja de Peñasblancas. Ambos carriles pasaban por el vado conocido desde el siglo XVI como Vado de los Caldereros, más tarde conocido sólo como Pasada de Macotejo, en dicho vado pueden observarse aun el rustico empedrado sobre el lecho del río. En sus inmediaciones tenemos otra Castella o Castejón, El picote del Drago, un verdadero baluarte en la ruta de los metales como punto de vigilancia. Esta fortaleza debió ser de una gran importancia en aquel tiempo: por su fácil defensa, por lo estratégico del lugar y por los restos que de ella se conservan.
Decir también que según datos que obran en el Archivo Histórico Municipal de Sevilla, la primera piedra del Molino del Segurón se puso en el año 1694 por el primer molinero, Esteban Serrano. Por otro lado, señalar también que el topónimo del Drago es un termino relativamente reciente, pues cuando en 1659 una comisión de la Justicia acompañados de prácticos o conocedores del terreno y azadoneros que practicaba el primer apeo del termino, indicaron llegados al lugar a que nos referimos, que dicho lugar era conocido simplemente como Ruinas.
Como anécdota del lugar, indicar también, que hacia el año 1925 un buscador de tesoros contrató en Berrocal a varios trabajadores a pico y pala, entre ellos Matías Márquez Reinoso, con el fin de hacer excavaciones en las proximidades del río en dirección a Mascotejo, porque según él mismo decía, había enterrado un carro que tenía incluso los varales de oro. Seguramente otro Manuel Vega Sandin, un personaje quijotesco y visionario que gastó su vida y su hacienda preso de la avaricia por los metales.
Estos carriles desde aquí se bifurcan, uno hacia el Sur por Mascotejo y Monteslo y el otro hacia la Cuesta de la Plamerilla y después por la Cuesta del Carril.
El primero se dirigía hacia la actual Niebla y el otro hacia lo que fue la ITUCI de los romanos. En estos tramos la ruta estaba vigilada desde los Castillejos de Naja y el de Juan de Aracena. Fortalezas ignoradas e enigmáticas que no han sido hasta fecha objeto de excavaciones o estudios.
Los minerales según opinión de Antonio Blanco Freijeiro y Beno Rothenberg eran embarcados en hacia la metrópolis en la actual Alcalá del Río cerca del Vado de las Estacas. Hay que tener en cuenta que este recorrido acorta casi en cuarenta kilómetros el camino que actualmente se hace por la carretera del Castillo de las Guardas en dirección a Sevilla. Este camino era conocido hasta bien avanzado el siglo XIX como “Camino Viejo de Río Tinto”, incluso en la margen derecha del río Corumbel hay una tenencia con el nombre de Pasada Vieja de Zalamea, conocida más tarde como: El Hato de Tía Anastasia.
Pero también había al menos otro carril, que partiendo de las Minas Mayores pasaba por las inmediaciones del actual pueblo del El Madroño, girando luego hacia el Sureste, y después de atravesar el Barranco del Cabo se dirigía hacía Sur pasando por el sitio denominado La Alcantarilla. Topónimo que hace mención al lugar que con el fin de salvar un curso de agua existente construyeron dicha alcantarilla en el lugar. En las inmediaciones apareció un epígrafe funerario de tiempo tardo-republicano ya en los albores de la época imperial romana. La placa funeraria en cuestión fue hallada no se sabe en que momento, siendo más tarde colocada sobre las paredes de un horno de cocer pan, la lápida hace mención a un individuo e veinte años que falleció y fue sepultado en el lugar. Dicho epígrafe se halla hoy en el Museo de la Fundación de Minas de Río Tinto.
Manuel Márquez Calero
Investigador de la historia de Berrocal y autor de varios libros sobre su devenir histórico
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